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12 Muchos de los sacerdotes, levitas y cabezas de familia más ancianos que habían visto el primer Templo, al ver cómo se echaban los cimientos de este, lloraban a lágrima viva. Otros, sin embargo, daban grandes gritos de alegría. 13 No se podía distinguir entre las manifestaciones de alegría y de llanto porque el clamor popular era enorme, oyéndose a larga distancia el griterío.

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